
Jugemos.
Eso dijo el niño de 4 años, apenas se sentó a mi lado. No fue una invitación, ni una propuesta.
Fué una orden.
No puedo, fue la primera respuesta que se me escapó, con mis papeles en las manos y todo un mundo de preocupaciones.
Juega.
No podía hacer nada. Era una orden.
Una ordenanza de un pequeño tirano, que se había sentado justo a mi lado en la micro.
Guardé los papeles, y le obedecí.
Mira - el niño me mostró un muñeco con alas.
Te va a disparar...
Muerete po.
¿Que se hace en estos casos? me dije a mi mismo.
Será... habrá que hacerse el muerto un rato.
jajaja - el niño rió.
¿A donde vas? me preguntó
A la universidad. respondí
No dijo nada.
Mamá, de nuevo esta hablando con alguien... - dijo su pequeña hermana que estaba sentada un asiento al lado de la micro junto con su mamá. No escuché que le respondió la madre. Solo sabía que estaba (por algun motivo) con la obligación de conversar y jugar con el niño tirano que se habia sentado a mi lado.
Le enseñé un juego con los dedos. Atrapé su dedo pulgar apreisionandolo con el mio, y un par de veces el hizo lo mismo con mi dedo.
La micro se plagó de su risa.
¿Como te llamas? - pregunté.
Entonces lo eché a perder todo.
El niño hizo un gesto de hastío, de repudio y luego de rabia. ¡¡Aggggggg!!, dijo, apretando los puños.
¿Qué pasó? dije, sospechando que algún encanto secreto había estropeado con mi pregunta.
¡Me da rabia!
¿Pero por que?
¡Todos preguntan lo mismo! ¿para que me preguntas quien soy?
No me preguntes más eso... me pidio.
Bueno dije... y me quedé asombrado...
... si no soy desconocido... dijo el tirano girando los ojos hacia el cielo, todavía molesto.
Ya - atiné a decir.
El viaje continuó con una ensalada de conversaciones sin sentido. Se me olvidaron mis papeles... mis estudios quedaron al otro lado del mundo gracias a su conversacion ociosa.
La madre se puso de pie. Tomo la mano del niño, que se fue tal como había venido.
Sin presentarse.
Sin despedirse.
El era. Asi de simple. No necesitaba que lo tildara con algun nombre. El simplemente era. Y jugaba.
Eso.
Lo ví abajo en la calle, con su muñeco en la mano.
El mundo fué un poco más liviano ese día.
Manuel Balcázar.