Monday, April 02, 2007

=)($5·"2

Blondie
Santiago 3:00 am marzo 2007


Ella miraba incesantemente para atrás, como buscando la estela de magia perdida que quedo estampada en algún lugar, en algún tiempo extraviado.
- ¿A quien buscas?
- A Martín – dijo, y calló.
Hace un rato atrás , cuando recién encendían las luces de la blondie, y comenzaba a sonar la música ensordecedora , descubrí con asombro, un pequeño gato que corría por la pista de baile despavorido, con la mirada desorientada. Sentí pena por el animal, y luego me sentí como él, cuando vi a mi acompañante buscando con los ojos, una noche de felicidad perdida en el enrredo de los minutos.
No había comunicación. Tres palabras mias eran respondidas con un monosílabo, junto con una mirada furtiva hacia atrás.
Abajo un tumulto de gente se contorsionaba al ritmo de la música, cuando (como de costumbre me suele suceder) una mujer vestida con suaves y sedosas vestimentas me tomo de la mano, invitándome a la introspección.
El nombre de aquella mujer es Melancolía, y acostumbra arrastrarme de la mano, hacia lugares solitarios, hacia esa soledad que siempre me ha brindado la más cálida de las compañías.
Cerré los ojos con mi lata de cerveza en la mano, y entonces, un collar de pensamientos se enlazó a mi mente, girando y murmullando extraviados pensamientos.
Una chica se sentó de golpe al lado mio, y se durmió exhausta.
La observe sin decir nada.
De pronto despertó y me dijo:
- ¿No has visto a dos niñas por aquí? Una alta y una bajita.
- Si - respondí – casi gritando entre la música.
- Recién dos niñas te tocaron el pie, y se rieron pasando de largo.
- Tome mucho – respondio gritandome en la oreja para que la oyera en el ruido.
- ¿Dónde esta el baño?
- Te acompaño.
- ¿En serio? – dijo sorprendida.
Nos pusimos de pie, la afirme de la cintura, y ella se afirmó de mi, caminando lentamente y tambaleandose.
Entró al baño, y la espere. Luego bajamos juntos la escalera, con sumo cuidado.
Nos sentamos.
Estaba con una amiga – hablé – y de pronto me dio pena, y quise alejarme. ¿No te ha pasado eso aveces? ¿qué de pronto te da pena?
- Me pasa siempre – contestó ella, en la noche del ruido ensordecedor.
De pronto entre nosotros se formó una burbuja transparente, como una de esas burbujas de jabón que uno lanzaba al viento cuando niño. Y de pronto ya no hubo ruido ni tampoco gente.
La burbuja nos llevó por un camino de preguntas existenciales, ibamos arriba de la burbuja que nos mostraba una primavera, una noche estrellada, un paseo por el mar, y como una película, nos mostró un día de sol, una lápida… La muerte misma.
…Yo no le tengo miedo a la muerte… - dijo ella, siempre dentro de la burbuja de nuestra conversación.
- ¿Tú crees en Dios? – dice la mujer con la mirada languida.
Y la burbuja explota de pronto, desaparece, y vuelvo a sentir el ruido terreno de un sabado en la noche.
Pienso un momento, y respondo que si.
Entonces ella responde que no.
Guardamos silencio.
Tal vez no nos veamos nunca más – comenta ella sin mirarme.
Pienso y digo :
- Así es… pero bastara que recuerdes esto para que nos veamos de nuevo, y siempre que quieras.
En tu mundo interior claro. – sellé mirando sus pestañas.
La chica sonrié.
- Tierno - Es lo único que me dice.
Tomo su mano, y le dibujo un corazón con mi dedo. Mi propio dedo que sabe dibujar con la tinta invisible de la fantasía, la tinta de lo que es sin ser, la tinta de la subjetividad más absoluta.
¿Qué es? – le pregunto.
Un corazón – dice ella, con una sonrisa de niña de pre kinder en los labios.
- Ves – solo estas cosas duran para siempre – le cuento : solo estas cosas pueden durar por siempre, solo tu puedes verlo, y nada lo borrará por que no esta hecho con nada de este mundo.
Ella toma mi mano, y con su dedo pequeño tambien dibuja un corazón. Y me siento poseedor de un tesoro imposible de medir.
La mujer que hace un rato había dejado atrás en el camino del enredo de los minutos aparece de improviso:
- ¡Manuel! Te perdiste, ¡me dejaste botada!
No se que responder, miento diciendo que tome mucho y que me borré un momento.
La verdad es que estaba embriagado. Pero embriagado por los liquidos invisibles de la melancolía y la contemplación.
En la noche las personas desaparecen rápido. En un instante la chicha que hablaba de Dios ya no estaba.
Estas mal – me comentan a mi lado.
Y yo solo guardo el secreto.
El silencio pone una lagrima en el ojo de ella.
Ella, la mujer de los ojos indagadores, que parecen buscar algo perdido, que parece venir, que viene.
Y al final nunca llega.
Ella, con su lagrima secreta en el vértice de un parpado, que de pronto habla, pero no hablando sino casi recitando:
- ¡Ahí! Ahí estaba – dice con las dos manos señalando el lugar. Un lugar poblado de pantallas electronicas. Un prado de flores de luz me señalo el lugar.
- ¡Ahí mismo ahí lo conocí! – dijo, señalando el lugar donde ahora yacían las ruinas de un momento de verdad en la existencia de la mentira, ahí había estado el milagro.
Ahora la multitud insensata parecía pisotearlo con gusto descarado.
Ahí estaba Martín.
Guardo silencio, y se fue como a recorrer los campos del recuerdo.
Y yo me quedo solo en la noche.

*********

La mañana fría recibe mis pasos que resuenan por la ciudad.
Recuerdo la mujer que miraba hacia atrás.
Recuerdo la chica que hablaba de Dios.
Recuerdo unos ojos azules que en ese mismo lugar una noche me enseñaba que el cielo estaba en la tierra. Recuerdo en la niebla dejando atrás la Blondie, aquellas manos, que siempre que paso por ahí es inevitable no ver, esas manos que estan tiradas en el suelo como ruinas abandonadas repletas de tierra y polvo, esas manos que un día me acariciaban con infinita compasión. Y que ahora son solo ruinas.
Como todas las cosas del mundo.
La vida es es ver la creación de un diamante.
El instante es soñar poder alcanzarlo.
El tiempo es un martillo que rompe en mil pedazos ese diamante frente a nuestros ojos, justo cuando pareciamos tocarlo.
La existencia es estar arrodillados en el suelo reuniendo cada fragmento del suelo, con la ilusión de reconstruirlo.
Una lagrima se me escapa de los ojos. Unos niños acomodan unos ramos de olivos al borde de una iglesia.
Es domingo de ramos, dice una voz dentro mio.
Pienso nuevamente en las ruinas del tiempo.
Observo la palma de mi mano. Parece estar vivo con la tinta invisible, el corazón de la chica de los ojos languidos esta ahí, tal cual.
Solo estas cosas duran para siempre – repito en mi interior.
Solo estas cosas valen la pena – me digo llorando..
Las manos del viento limpian mis silenciosas lágrimas en medio de la ciudad.